miércoles, 24 de febrero de 2016

Nunca llegará la primavera

Imagen de grunge, broken, and glass

No me dejes solo. No conozco a nadie. Este no es mi hogar.
Por favor. Por favor. Necesito que todos sepan lo que es no sentirme más. No saber si tengo pulso o sólo es una invención. Necesito una ayuda que sé que no voy a pedir. Necesito cerrar mis cicatrices, borrarlas, dibujarlas de nuevo.

Llevo mucho tiempo sin futuro. Tengo un pasado, los días que dejo atrás. Tengo un presente, las horas muertas que paso arrepintiéndome. Pero no tengo más futuro que los segundos que corren en mi contra. Quiero parar el mundo y gritarle que no estoy bien.  Quiero que todos se enteren de que necesito una mano amiga que sin embargo no dejo de rechazar una y otra vez.

No es sencillo de explicar. Cómoda en la oscuridad, cómoda en el dolor, cómoda en la autocompasión. No encuentro esa felicidad que supuestamente he de alcanzar, si todos los días son un martirio. Si todos somos humanos y nos rompemos con una facilidad pasmosa. No sé si merece la pena intentar reconstruirme si voy a volver a romperme. Si merece la pena luchar en una batalla perdida. En una guerra ya ganada.

Me suelo preguntar más veces de las que quiero cuál es mi meta. A dónde pretendo llegar levantándome todos los días de la cama. Durmiendo siquiera, cuando mi único consuelo se encuentra en dejar de respirar. Cuando las ideas que me rondan la cabeza son las más bellas para mí, las más suaves y las que más acaricio. Todavía no entiendo nada, y todavía sigo evadiendo el buscar respuestas. Porque no sé si quiero reventar la burbuja de desmotivación en la que vivo. Ojalá con palabras pudiese solucionar todo lo que me corroe por dentro. Ojalá con palabras pudiese expresar el agónico grito que se atasca en mi garganta.

Pero no puedo. Porque poner nombre a lo que siento significa pensar en ello. Significa hacerlo aún más real de lo que ya es. Comprender que es más importante de lo que esperaba. Que mi vida no es tan normal como desearía. Que mis sentimientos están enfermos, y que cada día veo a los que me rodean caer de rodillas. Vivimos en un invierno permanente, cuyas ramas sin hojas ni flores nos han atrapado hasta asfixiarnos. La nieve cubre nuestros corazones, que cada día se congelan más. Mis manos están amoratadas y por ellas no circula la sangre que debería indicar que sigo viva.

Porque, ¿se puede morir en vida?

sábado, 6 de febrero de 2016

Arráncame la vida y déjame latir en ella.


We will be everything that we'd ever need.

No sé cuánto tiempo ha pasado.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que decidí dejar de contarlo porque el ruido de las manecillas corriendo en nuestra contra me ponía histérica.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que compuse aquellos poemas tan horrendos que te hicieron reír.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me dijiste "ahora vuelvo".
No sé cuándo tiempo ha pasado desde que no lo hiciste.

Dios. No sé cómo decirlo. No sé cómo echarte de menos sin ser estúpidamente cliché. No, yo no quiero ser un cliché. Te mereces más. Te lo mereces todo, y yo no sé cómo dártelo. No sé cómo ser todo lo que necesitas y al mismo tiempo ser lo que yo necesito. Intento abarcarte sin haberme conocido primero. Intento arreglarte sin pedirte permiso. Pretendo ser tu pilar cuando yo misma me desmorono a la primera de cambio. No puedes contar conmigo. No puedo contar contigo. Demasiado heridos, demasiado separados; demasiada visión y muy poco futuro.

El problema tal vez sea yo. Tal vez sea que no sé imaginarme a tu lado, de tu mano. El problema tal vez sea que no soy capaz de quererte como pienso que debería sin pensar en cómo quieres que te quiera. El problema tal vez sea que desde el principio siempre sólo he conocido la palabra "mí". Que no quiero que irrumpas y lo dejes todo patas arriba, porque no vivimos en una comedia romántica. ¿Cómo se supone que he de reaccionar? ¿He de correr por las calles dramáticamente gritando tu nombre bajo la fría lluvia de febrero? Vaya tontería. Sabes que soy propensa a resfriarme. 

No sabes lo asustada que estoy. No sabes el miedo que tengo a perder algo que todavía no tiene nombre ni forma. A renunciar a lo único que me hace querer soñar. No sabes el miedo que tengo a que abras los ojos. Pero joder, joder, daría cualquier cosa por hacer de esto una historia feliz. Daría cualquier cosa por dejarme llevar y estar a tu lado. Por parar el tiempo en el sentimiento que me provocas. Es como estar en una casa de la que siempre me han privado. Y tú, tú, tú, tú me la has dado. Tú eres mi hogar. Quiero verlo claro. Quiero que todas las dudas se vayan. Eres lo más bonito que nunca he aspirado a tener. Eres lo más bonito que nunca seré capaz de mantener a mi lado. Lo que más me duela cuando decida marcharse.

Así que por favor, por lo que más quieras, si ahora sientes lo mismo, no me abandones. No te alejes de mí así. No me dejes con las palabras que no puedo pronunciar en los labios, deseando gritarlas a todo el mundo, deseando que todo el mundo me oiga gritarlas. Déjame ser tu tabique hundido. Déjame ser tus frenos cortados. Déjame ser la imperfección y déjame ser el desastre. Déjame pegarte con pegamento del malo, déjame reconstruirte. Déjame cuidarte y oír tu respiración. Déjame dejarte ser libre. Déjame intentar algo que puede salir espantosamente mal y con ninguna probabilidad bien.

Déjame ser un mensaje de buenos días.