domingo, 22 de mayo de 2016

Encontrar algo por lo que merezca la pena vivir.


Imagen de aesthetic, grunge, and hands
I found what I'd been looking for in myself.

Todos los días escribo listas. Listas de las cosas que más desgraciada me han hecho. Listas de las cosas que más felicidad me han causado. 
Escribo listas enumerando mis sentimientos, destripándolos y analizándolos, como así fuese más sencillo comprenderlos. Escribo listas de cosas que quiero hacer. Listas de personas a las que conocer o a las que agradecer que sigan aquí. 
Y sin embargo, la neblina que empaña mi corazón no desaparece. Me gustaría que fuese más fácil. Me gustaría que el dolor fuese algo que con un poco de suerte todos podemos ahorrarnos. Me gustaría hacerlo desaparecer de las vidas de todos los que me rodean.

A veces me siento como si mi mente fuese un árbol. Un árbol cuyas ramas apenas comienzan a crecer, dispersándose, encontrándose y entrecruzándose sin cuidado alguno. Es un árbol pequeño al que he regar todos los días para asegurarme de que no se marchite. Es un árbol al que debo querer y mimar. 
Pero no lo hago. Porque también es un árbol al que odio, al que a veces prendo fuego y rompo ramas, incapaz de soportar su presencia. Es un árbol que no debería ser una prisión, mas lo es. Y también es un árbol que me trae las más maravillosas sensaciones, los más puros sentimientos. 
Me hace experimentar un amor que hace a mi pequeño corazón sacudirse, un amor infantil que reparto y entrego a los que confío no lo desprecien. Las ramas de mi árbol son selectivas, pero sinceras. Las ramas de mi árbol son un tesoro que pocos conocen. Y las destruyo, porque no quiero que nadie las vea.

Y mi árbol a veces me pierde. No sé dónde estoy, o cómo salir de aquí. Sólo sé que lo haré tras atravesar obstáculos que me harán daño. No puedo evitar equivocarme. 
Desearía cambiar el pasado, hacerlo todo de otra manera. ¿Si volviese atrás cuántas cosas serían diferentes? ¿Cuánto dolor me ahorraría? ¿Cuántas lágrimas no morirían en las comisuras de mi boca? El arrepentimiento es algo que ha anidado en mi árbol. No puedo evitar lo que ya está hecho, pero puedo mirar hacia un futuro que me permita no repetir mis errores.
Y sin embargo es el presente el que me ata. El que me oprime la garganta y me impide respirar. El que me provoca un nudo de lágrimas. No puedo estar más lejos de hallar la idílica felicidad que me gustaría obtener. Ni siquiera estoy cerca de quererme, de desear ser feliz. De creer que de verdad me lo merezco. No estoy ni remotamente cerca de dejar de caerme y romperme en pedazos cada vez más fáciles de volver a juntar.
La vida da golpes a mi árbol, pero en ocasiones soy capaz de poner el empeño necesario como para reconstruir y cuidar lo dañado. Algo que me gustaría poder hacer todos los días.
Algo que me gustaría que todos hiciésemos.

Nuestro árbol no es sencillo de manejar. Lo plantaron sin nuestro consentimiento. Pero con un esfuerzo que requiere sacudirse la desmotivación que provoca la lluvia de hojas del otoño, derretir la nieve sucia del invierno y regar la tierra seca del verano, podemos apreciar la más dulce y suave de las primaveras.
No hemos de forzarla, pues todas las estaciones han de pasar, pero sí hemos de disfrutarla y comprender que es tan efímera como sanadora. 
Quiero sentir cómo mi corazón se cura de nuevo.