martes, 12 de abril de 2016

El laberinto de las mil puertas

"Nobody said it was easy. No one ever said it would be this hard". 

Hace tiempo que no sé cómo escribirte. Hace tiempo que no sé poner nombre a mis pensamientos, a mis sentimientos. Hace tiempo que soy un auténtico y completo desastre, un nido de huracanas que revuelven las palabras que necesito decir. 
Y por dónde empezar, dime, por dónde.
Podría usar las más bellas metáforas, los más retorcidos símiles. Pero hace tiempo que dejaron de tener sentido. Hace tiempo que sólo camino en círculos, cada vez más perdida, más alejada de ti, más alejada de todos, impulsada por la rutina. Sin motivación ninguna, lo único por lo que me levanto, por lo que camino, es porque me siento obligada a ello. Hay algo detrás de mí que me empuja, que me dice que da igual, que tengo mil años y mil eternidades para encontrar lo que me hace falta. Que se puede vivir con medio corazón, con uno o incluso con ninguno. Y quiero pensar que eres tú, que eres la voz que aporta luz a una habitación con focos que parpadean.

No sabes lo difícil que ha sido para mí llegar. La de carreras de obstáculos que he tenido que superar. La de veces que me he tragado la lengua, y la de veces que la he sacado, la de veces que he gritado, que he sido voz y megáfono, susurro y secreto. 
Me he levantado más veces de las que me han tirado, más veces de las que me he caído. Y voy a seguir haciéndolo. No lo puedo asegurar, pero voy a seguir. 
Porque detrás de una, de cientos, de habitaciones de focos que parpadean, hay algunas a oscuras, otras iluminadas y otras que sencillamente tienen las ventanas abiertas. Si pusiese nombre a mi cabeza, a este complejo de salas, lo llamaría el proceso
Es el proceso de salir del laberinto en el que yo misma me he encerrado. Todos tenemos un laberinto que nos persigue, que nos engaña y nos promete cosas que en un giro equivocado nos quita. La gente entra y sale de tu laberinto a placer, le añaden salas o te guían un tiempo. Pero al final eres tú contra los muros de piedra, contra las puertas y la hiedra seca. Eres tú contra tu ceguera. Eres tú contra todo, contra tus limitaciones, contra tu enemigo. 
Hay personas que lo han resuelto ya. Otros seguimos perdidos en él, intentando encontrar la salido o incluso más confusos que cuando entramos. Y otros están construyendo el suyo todavía.
¿Sabes por qué te lo cuento? Porque mi laberinto se expande cada vez más. Pero ya te he dicho que no me voy a rendir. No me va a vencer. No me voy a vencer así. Te pediría que me dieses tu hilo mágico, que me guiase hasta la salida. Pero no lo quiero.

Eso sí, espérame cuando salga, ¿vale?