viernes, 25 de diciembre de 2015

¿Sabéis qué? Ni siquiera me he dado cuenta de que hoy era Navidad

Imagen de 紫

Todos queremos un hogar al que regresar. Un hogar en el que no tengamos que mentir más. Ni a nosotros mismos, ni a los que nos importan. Un hogar donde el dolor se diluya. Donde no exista. Donde la soledad sólo sea pasajera, y el apoyo eterno. Donde la risa llene las cuatro paredes de aquel hogar utópico.

Pero ahora sólo tengo gritos. Sólo tengo golpes. Sólo tengo desgracias, malas noticias; una oscuridad tan profunda que he olvidado ya cómo era la luz. Que he olvidado qué era sentirse orgulloso de uno mismo. Que he olvidado qué era quererme, o qué era el calor. He olvidado todo lo bueno, y he abrazado el sufrimiento, porque el sufrimiento nunca te abandona. Siempre, vayas a donde vayas, lo arrastras contigo. Es difícil. Es difícil deshacerte de él. Intentarlo siquiera. Pensarlo. Porque es una parte tan arraigada de ti mismo que no puedes concebir una vida sin el monstruo a tu espalda.

A veces paso frente a este hogar, este hogar que me ofrece seguridad, pero que tiene las puertas cerradas. Y a veces quiero abrirlas. A veces me sacudo los temores y comienzo a vivir, un poco, un rato, tan sólo. Pero lo hago. Y desde entonces anhelo más. Y más. Hasta que paso de largo, y cuando paso de largo, vuelvo a perderme en los bosques de mi memoria. Y recuerdo los momentos en los que fui feliz. Son mi único alimento. Y otras veces me quedo en blanco, mirando a la pared. Y comienzo a pensar. Y a pensar. Y a pensar. Y nunca dejo de hacerlo. Estoy derrotada. Absolutamente vencida por la parte de mí que no quiere evaluar la situación. Que deja a los problemas correr a su aire y nunca intenta resolverlos. O identificarlos.

Sé, vaya que si sé, que pido demasiado en demasiado poco tiempo. Que quiero milagros sin saber que no existen. Que me regodeo en la autocompasión. Y me gusta. Pero quiero volver a casa. Porque yo antes pertenecía a ella. Yo antes era querida. Era querida por mí misma, y creía que los demás me querían, porque es así como se supone que todo debe continuar. Que el amor es una corriente inagotable de ánimo y energía. Y creo que quiero buscarlo. Amarme en cada pequeño sentido. Amar mis errores. Amar mi trabajo. Amar lo que creo, lo que destruyo, lo que cambio y lo que invento. Amar todo lo que tengo, y cuando no me quede nada, amar a los demás. Buscar en sus ojos la luz que un día sé que supe ver. Y quiero que ellos busquen la mía. Y que la encuentren. Quiero, quiero, quiero tantas cosas que no puedo enumerarlas. No voy a regresar al pasado, ni me voy a lamentar por éste. Pero voy a mirar hacia adelante. 
Y cuando lo haga, estoy segura de que habrá gente saludándome desde esa casa a la que aspiro llegar algún día. Mi hogar.



martes, 15 de diciembre de 2015

Necesitarte es exagerarte

Imagen de grunge, hipster, and dark

Es un martes. Y es por la tarde. Y aún no sé cómo escribirte. O cómo pensarte.
Aún no sé si eres real. O si sólo eres un capricho enfermizo que no me deja dormir, que no me deja comer, que no me deja vivir.
Aún no sé a qué canción asociarte. O cuál será tu favorita. O cuál la que hablará de nosotros dos. Pero la escucharemos juntos, y yo gritaré "¡la letra es nuestra!" porque es lo que se supone que he de hacer. 
Igual que se supone que he de esperarte. Pero nunca he tenido mucha paciencia.
Aún no sé cómo imaginarnos. Si juntos, si felices, o si llorando porque mi película, porque tu película, ha terminado y ahora nos sentimos vacíos. 
Aún no sé si yo seguiré escribiendo. Si decidiré que lo mío no es arte, y que tú sí lo eres, y que prefiero contarte a ti. 
Aún no sé si te gustará todo de mí, o si por el contrario lo vas a aborrecer. Si te gustarán mis bromas. O mis salidas de tono. Si soportarás pacientemente el ver cómo me rompo, y me darás los pedazos para que los reconstruya yo solito, porque crees que es lo correcto. Me pregunto si seré yo el que te ayude a ser algo más feliz.
Aún no sé qué libros pondrás en la estantería que no te dejaré compartir conmigo, porque los míos ocuparán todas las baldas. Y qué querrás que te lea por las noches.
Aún no sé cómo cantas. Cómo suena tu voz bajo el agua. Si es melódica, o es grave, o es aguda y adorable y hará que me den ganas de abrazarte.
Aún no sé muchas cosas. Y es presuntuoso por mi parte suponer que las sabré algún día. ¿Pero que me gustaría? Vaya que sí me gustaría. Adoraría soñar contigo todas las noches. Componerte poemas sin rima y métrica. Leerlos para que te murieses de la vergüenza. Encontrar tus puntos débiles. Escribirte cartas que llenes de lágrima.
Me gustaría que el tiempo no se me acabase. Poder alcanzarte y aguardar todo lo necesario a que, si eso no sucede, me alcanzases tú a mí. Nunca me olvides, porque yo, vaya a donde vaya, arda o baile, muera o viva, ría o llore, jamás lo haré. Has encontrado un hogar en mi cabeza. En mi corazón. 
Y está bien amueblado, por si decides quedarte. Por si te gustan mis locuras, mis gritos y mis penas. Por si quieres ser artista junto a mí.
Incluso si todo lo que escucho es un "no".
Incluso si no puedo quedarme más.
Siempre te latiré.