He encontrado mi
refugio. Y no son palabras que me interese adornar. No hay mentira ni metáfora
en ellas: he encontrado un refugio. Tiene un techo que me protege de la lluvia
que arrecia, y mantas que calientan mi corazón.
Tiene todo lo que
necesito, y todo lo que busco.
En mi refugio sólo
estoy yo. No dejo entrar a nadie más, porque me resguarda de las palabras que
buscan hacer daño. Me aísla de la decepción y del miedo.
Así que me siento con
un cuaderno sobre el regazo y miro por la ventana que he construido. Y veo los
rayos surcar el oscuro cielo, agradeciendo no estar allá fuera, mojándome en la
tormenta. Sostengo un lápiz con el índice y el pulgar, pensando en lo
afortunada que soy.
Cuando salgo de mi
refugio me siento desorientada. Sola. Me enfrento a monstruos con rostro
humano, con palabras envenenadas; intento descifrar su auténtico significado.
Pero siempre es en vano. Me acechan vaya a donde vaya.
Es peligroso, y yo no
tengo una espada con la que defenderme. No tengo escudo con el que protegerme.
Así que perdóname si me
ves siempre en mi pequeño refugio. Porque es el único lugar en el que me siento
yo misma. Nadie me ve, ni me oye, pero no me siento desgraciada. Porque son mis
cuatro paredes las que me ven crecer, palabra tras palabra. Son las que me
acompañan y me cobijan, a las que amo y adoro. Las que, en estos momentos
difíciles, sostienen mi mundo.
Todos tenemos un
refugio, te he visto entrar en el tuyo. Si algún día lo pierdes, puede que te
permita entrar al mío. Si te quitas los zapatos y caminas despacito, te dejaré
ver las pinturas de las paredes. Las mariposas de plata que cuelgan de las
bisagras, y las constelaciones de mis sueños.
Te pondré las películas de mis recuerdos.
Y es probable que
llore, pero no me lo tengas en cuenta, ¿eh?
Me siento bien en mi
refugio. En las teclas que golpeo con cariño. En la pantalla iluminada a las
tres de la mañana, mostrando el documento en blanco que planeo llenar de ilusiones.
A veces algún cristal
se rompe, y no me queda otra que llorar, pero es mi refugio el que me abraza.
El que me consuela. Es lo único que me queda.
Te presento a mi
refugio. Anda, ¿te ha gustado? Espero que sí. Porque estas letras son mi
refugio. Mi techo. Mis paredes.
Mi hogar.