miércoles, 19 de octubre de 2016

Refugio.

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He encontrado mi refugio. Y no son palabras que me interese adornar. No hay mentira ni metáfora en ellas: he encontrado un refugio. Tiene un techo que me protege de la lluvia que arrecia, y mantas que calientan mi corazón.
Tiene todo lo que necesito, y todo lo que busco.

En mi refugio sólo estoy yo. No dejo entrar a nadie más, porque me resguarda de las palabras que buscan hacer daño. Me aísla de la decepción y del miedo.
Así que me siento con un cuaderno sobre el regazo y miro por la ventana que he construido. Y veo los rayos surcar el oscuro cielo, agradeciendo no estar allá fuera, mojándome en la tormenta. Sostengo un lápiz con el índice y el pulgar, pensando en lo afortunada que soy.

Cuando salgo de mi refugio me siento desorientada. Sola. Me enfrento a monstruos con rostro humano, con palabras envenenadas; intento descifrar su auténtico significado. Pero siempre es en vano. Me acechan vaya a donde vaya.
Es peligroso, y yo no tengo una espada con la que defenderme. No tengo escudo con el que protegerme.
Así que perdóname si me ves siempre en mi pequeño refugio. Porque es el único lugar en el que me siento yo misma. Nadie me ve, ni me oye, pero no me siento desgraciada. Porque son mis cuatro paredes las que me ven crecer, palabra tras palabra. Son las que me acompañan y me cobijan, a las que amo y adoro. Las que, en estos momentos difíciles, sostienen mi mundo.

Todos tenemos un refugio, te he visto entrar en el tuyo. Si algún día lo pierdes, puede que te permita entrar al mío. Si te quitas los zapatos y caminas despacito, te dejaré ver las pinturas de las paredes. Las mariposas de plata que cuelgan de las bisagras, y las constelaciones de mis sueños.  Te pondré las películas de mis recuerdos.
Y es probable que llore, pero no me lo tengas en cuenta, ¿eh?

Me siento bien en mi refugio. En las teclas que golpeo con cariño. En la pantalla iluminada a las tres de la mañana, mostrando el documento en blanco que planeo llenar de ilusiones.
A veces algún cristal se rompe, y no me queda otra que llorar, pero es mi refugio el que me abraza. El que me consuela. Es lo único que me queda.

Te presento a mi refugio. Anda, ¿te ha gustado? Espero que sí. Porque estas letras son mi refugio. Mi techo. Mis paredes.

Mi hogar.

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