Dicen que cuando un escritor se enamora de ti, vives para siempre.
Así que, con cada suspiro, hazme eterna, y déjame vivir en tus palabras, deslizarme entre tus mundos tintados de cristal. Seré la reina de todos ellos, y seré duradera, y lo seré por ti.
Permíteme correr como sangre por tus venas, yendo siempre contigo.
Y aguardaré, y aguantaré, en la inmensidad de los cuadros que pintas con tus historias, de la extravagante belleza de lo que creas tan sólo con un susurro.
Y es que yo me conformo, con ver mi nombre, ver una alusión a mí, escrita en tu cuaderno.
Porque yo, lo que quiero, es enamorarme del amor, de mis mejillas arreboladas, de mi tonta risa, y vivir de la embriaguez del sentimiento.
Que quiero enamorarme de esta sensación.
Y malgastar mi juventud.
Y malgastar mi vida.
Y es que los escritores, no saben amar, y es que yo seré eterna en tus palabras, pero qué hago, si te escapas en cada susurro, si en cada suspiro, te pierdo más.
Y qué hago, si yo caigo por ti.
Y no al revés.
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