domingo, 23 de noviembre de 2014

¿me recuerdas?

X

Y ahora, estoy tan cerca, y la vez tan lejos, de la persona que jamás podré tener.
Y yo, que sólo pedía abrazarte, jamás podré hacerlo.
Rozarte... aunque fuese con la punta de mis dedos. La suave brisa de tu calidez, el amanecer de la explosión de sentimientos que supondría para mí tan sólo extender mi mano y no toparme con el aire de tu ausencia.

Las hojas caen, el otoño llega, y se instala, y para mí, no es más que otra estúpida estación que debo soportar, y me pregunto, una vez más, qué estoy esperando. Los árboles comienzan a descubrir sus pequeñas y finas ramas, antes cubiertas de sedosas hojas verdes, y no puedo evitar ver una comparación a mis sueños. 
Antes poblaban mi cabeza, una senda maraña de ilusiones y esperanzas, que un día, cuando el cielo se tiñó gris, cayeron con fuerza al suelo, casi un suspiro en el aire. Y la última que lo hizo, lo hizo lentamente. Y casi pensé, que yo, con mis tristes y caídas ramas, podría alcanzarla, y tanto como a ella, recoger las demás, y volver a recomponer mi árbol. Pero no, aterrizó fuera de mi alcance, y no me quejo. 
Porque aunque ha pasado tiempo, la primavera se acerca tras el invierno que fue, y mis hojas volverán a crecer, y volveré a soñar, y la alegría puede, quizá, tal vez, quién sabe, reinará en el pequeño, ya no árbol, sino bosque, que plantaré con mi esperanza. 

Y pasará una, y otra vez, y yo aguantaré, porque estás tan lejos, y estás tan cerca.

Y un abrazo tuyo nunca me curará, porque nunca me lo darás, pero las yemas de mis dedos recordarán tu sabor, la forma de tus labios que siempre supe imaginar, el roce de tu mano contra mi cabello, desparramado entre las hojas de otoño, entrelazado entre deseos. Y que la seda blanca de mi ropa, tejida con mi amor, forme un halo blanco a nuestro alrededor.
No pediría más
que poder tenerte
de otra forma más
que no sea mi imaginación.

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