miércoles, 29 de abril de 2015

Puede que la niebla no me deje ver tus ojos. Se lo agradezco.

Girl in London | via Tumblr

Sonreír incluso cuando tus trozos más ocultos, pegados con pegamento del bueno, se caen.

Ama. Ama. ¡Ama! ¡¡Ama!! Ama con pasión. Amar es nuestra última opción, el consuelo del suicida, del que a nada lo ata y del que a nada conmociona y estremece. Estremece tus sentidos; ama sin conocimiento.
Entrégate con todo tu destrozado corazón. Alguien lo curará. Alguien traerá celo para unir los pedazos a tientas, porque nadie sabe dónde estaban antes, qué imagen era la del rompecabezas. 
Mira al amor con una venda sobre los ojos. No le cuestiones. No le toques. No le suspires. No le hables. Toma la pistola y reza para que no haya una bala en ella. Reza. Rezar. ¡Reza! ¡Rezar! ¡Reza, rezar!

Historias sobre el amor, una tras otra, el más bello de los pecados, el mayor de los motivos, la mejor coartada para un asesino. La locura de una mente enferma, consumida por el virus de lo que llamamos amor.

Agónico, absurdo, caprichoso. Tanto idolatramos algo que no dura, tanto rezamos a algo que no prospera. Tanta confianza en algo que nos traiciona. Las personas tras la ilusión, la película blanquecina que cubre la mente, las mejillas arreboladas y la respiración jadeante. Mentiras, sólo son mentiras.

No hay arcoiris tras la lluvia, no hay relación tras la confesión, no hay nada de nada. Sólo niebla que cubre un puente. Un puente que ha visto a tantos sufrir por una maldición que, a pesar de todo, contraemos con intención.

Porque en el fondo, todos somos unos suicidas buscando un motivo para morir.

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